Al igual que el estómago, las particularidades fisiológicas de este órgano lo convierten en una pieza clave de la salud equina. Y, aunque la insuficiencia hepática es poco común, las enfermedades que afectan al hígado son bastante comunes
El hígado es un órgano muy evolucionado y complejo, que desempeña un papel vital en numerosos procesos vitales muy relacionados con el metabolismo: síntesis de proteínas, producción de energía, digestión, detoxificación, pero también en la hematopoyesis y reparación y regeneración celular.
Las particularidades fisiológicas del caballo se reflejan en el singular funcionamiento de algunos órganos equinos, que actúan de formas muy distintas comparadas con otros animales domésticos. Por ello, los aspectos importantes que comentaremos tanto del estómago como del hígado han de tenerse en consideración a la hora de desarrollar un plan nutricional y de cuidados del caballo.
Adicionalmente a las funciones de biotransformación y bioactivación de moléculas exógenas (como los medicamentos), el hígado del caballo produce y segrega bilis, sintetiza ciertas proteínas y ayuda a metabolizar las grasas, los ácidos grasos, el azúcar, el glucógeno, las proteínas y los hidratos de carbono. Su importancia en estos procesos biológicos lo convierte en una pieza vital para el correcto funcionamiento del organismo del caballo, haciendo que un fallo pueda comprometer seriamente su salud.
La insuficiencia hepática, sin embargo, es relativamente rara en el caballo. Una peculiaridad de este órgano es que puede continuar desarrollando sus funciones con hasta el 70% del tejido hepático dañado. A partir de aquí, dejará de cumplir sus funciones vitales, dando lugar a los primeros signos clínicos, que en la mayoría de los casos son inespecíficos.
De este modo, una enfermedad hepática moderada puede no mostrar ningún signo clínico. Sin embargo, la enfermedad hepática es bastante frecuente, debido a la exposición sistémica del hígado a las toxinas farmacológicas y alimentarias. Esto hace que una vez que aparezcan signos clínicos, la enfermedad pueda ser difícil de tratar.
PARTICULARIDADES FISIOLÓGICAS
De manera similar a las particularidades que caracterizan el estómago equino, el hígado de estos animales es un órgano único en muchos aspectos. El primero de ellos consiste en la manera en la que la sangre fluye a través de él. Habitualmente, como en el caso de otros animales domésticos, la sangre arterial rica en oxígeno circula hacia un órgano y, una vez ha sido consumido, la sangre venosa carente de oxígeno regresa al corazón y a los pulmones para recoger más y enviarlo de nuevo a la circulación. Sin embargo, esto no se da en el hígado equino.
A pesar de representar en torno a un 1,6% de su peso corporal, el hígado recibe el 20% del gasto cardiaco y tiene dos aportes sanguíneos separados, la arteria hepática y la vena porta. La arteria hepática transporta un pequeño volumen sanguíneo con alto contenido de oxígeno y alta presión desde el corazón hacia el hígado para sostener su actividad metabólica. La vena porta, por otro lado, entra al hígado transportando sangre pobre en oxígeno desde los órganos abdominales, aportando al hígado una gran proporción de oxígeno en relación con la relativa desoxigenación de la sangre. Ambos sistemas se fusionan aquí, creando una red microvascular que alberga el 10% del volumen total de sangre del cuerpo.
La otra gran particularidad del hígado es la ausencia de una vesícula biliar, que en los demás mamíferos domésticos marca el límite entre el lóbulo cuadrado y el lóbulo derecho del órgano, un pequeño órgano que en otros animales se encarga de almacenar la bilis producida por el hígado y que, al ser estimulado por movimientos peristálticos, libera la bilis necesaria para que el sistema digestivo funcione y digiera alimentos.
Sin embargo, los caballos tienen unas necesidades diferentes. Debido al tamaño proporcionalmente pequeño de su estómago, éstos necesitan comer pocas cantidades de fibra en forma de pasto o heno, pero de forma continuada. Debido a esta ingesta constante, es necesario que la bilis se vaya produciendo poco a poco, sin parar, y que sea vertida al duodeno sin necesidad de ser almacenada. Por lo tanto, la bilis pasará directamente al duodeno, dentro del intestino, a través del conducto hepático en respuesta a las demandas del sistema digestivo, no permitiendo (ni necesitando) el almacenaje.
¿QUÉ FUNCIONES TIENE EL HÍGADO EQUINO?
El hígado y la digestión
Este particular suministro constante de bilis representa al mismo tiempo el rol clave y distintivo que el hígado juega en el proceso de la digestión. La producción y segregación de ácidos y sales biliares, cuya función es ayudar a las enzimas del cuerpo a descomponer las grasas presentes en ácidos grasos, altera el pH de los alimentos que entran en el tracto gastrointestinal y facilita su digestión.
En este proceso, las sales biliares rodean las pequeñas gotas de grasa en el intestino delgado y ayudan a formar micelas, un agregado de moléculas en una solución coloidal, similar a las que se forman en los detergentes y jabones.
Esto impide que las microgotas se agreguen y aumente la superficie total de la grasa, lo que, a su vez, permite que las enzimas lipasas trabajen en mayor medida. Las micelas transportan los productos de la descomposición de la grasa a las células que recubren el intestino delgado. Por lo tanto, la absorción de la grasa aumenta gracias a la acción de las sales biliares generadas por el hígado.
Metabolismo y almacenamiento
Otros de los aspectos en los que el hígado desempeña un papel importante es el almacenamiento de numerosas sustancias, como hierro, vitaminas lipofílicas (A, D, E, K) y, por supuesto, azúcar. Cuando el cuerpo experimenta una hiperglucemia, es decir, que el nivel de azúcar en sangre es demasiado elevado después de, por ejemplo, consumir algún alimento, el páncreas segrega insulina. Esta señal indica al hígado que capte la glucosa, la transforme en glucógeno y la almacene para su uso posterior. Así, el hígado ayuda a devolver el nivel de glucosa en la sangre, conocido como glucemia, a un nivel normal.
Cuando el nivel de glucosa en la sangre es demasiado bajo, sucede lo contrario: el páncreas segrega glucagón, que ordena al hígado que vuelva a transformar el glucógeno en glucosa y que la libere al torrente sanguíneo.
El hígado también desempeña un papel importante en la transformación de las moléculas de sustrato de un tipo a otro: puede transformar los hidratos de carbono y las proteínas en grasa para almacenar energía o, en caso de ayuno prolongado, puede transformar las proteínas en azúcar para proporcionar energía a órganos como el cerebro, que requiere glucosa para funcionar.
Filtración y detoxificación
Una vez digeridos los alimentos en el intestino, los nutrientes absorbidos pasan al torrente sanguíneo y son transportados al hígado a través de la vena porta. A continuación, el hígado procede a la detoxificación captando y eliminando las moléculas tóxicas.
Además, el hígado también se encarga de transformar y eliminar la mayoría de los medicamentos y los glóbulos rojos y blancos desechados. Cuando los glóbulos rojos se destruyen en otra parte del cuerpo, se genera bilirrubina, que, en exceso, puede resultar tóxica. En estas situaciones, será captada por el hígado y transformada en bilirrubina conjugada, que no es tóxica y se elimina fácilmente, algo que también sucede cuando el hígado transforma el amoníaco derivado del metabolismo de las proteínas en urea.
ENFERMEDADES RELACIONADAS CON EL HÍGADO
Por la acción conjunta de estas funciones, el hígado tiene un papel crítico en la salud equina. Una enfermedad, insuficiencia o fallo hepático, como ya hemos explicado, puede desencadenar una amplia variedad de signos clínicos inespecíficos con una alta variabilidad dependiendo de la extensión y duración de la enfermedad hepática, ya que requiere de la pérdida de por lo menos entre el 60 y 80% de su masa funcional para presentar sintomatología o signos clínicos evidentes.
Los signos clínicos pueden incluir pérdida de peso, letargo y bostezos, anorexia, cólicos y dolor abdominal, ictericia, depresión, fotosensibilización o, en casos más avanzados, encefalopatía hepática y parálisis laríngea. Ante estos síntomas, identificar una enfermedad o lesión hepática puede ser relativamente sencillo si se realiza un análisis bioquímico en una muestra de sangre.
Esto suele revelar un aumento de las concentraciones de enzimas hepáticas, como la gamma glutamil transferasa (GGT), la glutamato deshidrogenasa (GLDH) y la aspartato aminotransferasa (AST). Además, el análisis de las concentraciones de ácidos biliares y bilirrubina también puede proporcionar más información sobre la función hepática. En el caso de caballos con enfermedad hepática avanzada, otros hallazgos de laboratorio pueden incluir tiempos de coagulación de la sangre prolongados, hiperglobulinemia y aumento de la concentración de amoníaco.
El principal objetivo en caso de que el caballo sufra alguno de estos cuadros clínicos es controlar la encefalopatía hepática, tratar la enfermedad subyacente, proporcionar cuidados de apoyo para dar tiempo a la regeneración del hígado y evitar lesiones mayores al animal. Solo así conseguiremos restablecer la salud de una de las partes intrínsecas de la salud animal.