Independientemente de la disciplina ecuestre, el sobreesfuerzo o fatiga es una consecuencia común en los caballos de competición y alto rendimiento. Sin embargo, existen diversas maneras de prevenir esta situación. Factores como la dieta, el plan de entrenamiento y una correcta hidratación, entre otros, serán claves para asegurar una recuperación óptima y para evitar lesiones u otras patologías.
Los caballos de competición son atletas de élite que pueden sufrir lesiones propias de su especie, similares a las de los humanos. También se enfrentan a niveles de estrés muy considerables como cualquier deportista de alta competición. La prevención, de la mano de un buen manejo, juega un papel principal para evitar lesiones; no solo las incipientes sino también aquellas que puedan dar la cara más tarde, con una sintomatología más tardía.
¿QUÉ SUCEDE DURANTE LA COMPETICIÓN?
Durante la competición el ejercicio físico es intenso y en el organismo del equino se producen una serie de cambios fisiológicos que conviene considerar. Y, no sólo durante la actividad ecuestre, si no durante la fase de preparación y entrenamiento, los equinos han sido sometidos a intensos y exigentes entrenamientos.
El sistema digestivo se ralentiza. El estrés y otros factores añadidos pueden afectar a la microbiota intestinal; alterando la absorción de nutrientes y pudiendo predisponer a lesiones localizadas como las úlceras gástricas, entre otras posibles alteraciones. Los riñones pueden ver disminuida su irrigación y, por tanto, su correcta funcionalidad. Así mismo, la actividad cardiovascular y muscular demandan la máxima producción de energía.
En los ejemplares que han tenido un correcto programa de entrenamiento y tienen mejor capacidad de recuperación, estos valores vuelven a la normalidad con mayor facilidad, mientras que otros caballos se podrán ver afectados por otros problemas más graves derivados de la fatiga o el sobreesfuerzo.
En el momento en el que empieza la actividad, el caballo activa su sistema de termorregulación, que incluye la sudoración y la hiperventilación, para liberar el exceso de calor corporal. Un mecanismo que, si no se gestiona correctamente, aumentará el riesgo de sufrir una deshidratación severa.
En lo relativo a su temperatura corporal, un caballo normal se encuentra entre 37.2ºC y 37.8ºC. Durante el ejercicio puede llegar hasta 39,5ºC. Este último dato se verá afectado por las condiciones ambientales y de humedad. El equino debe estar entrenado en las temperaturas en las que desarrollará la actividad. Si su lugar de origen es más fresco o menos húmedo los entrenamientos deben ser adecuados poco a poco a este nuevo ambiente.
En verano, las altas temperaturas podrían llegar a afectar su rendimiento y su salud seriamente, es la temporada del año en la que hay que poner especial foco de atención para evitar problemas derivados del calor. En el caso de que no puedan evitarse los transportes ni los viajes largos en esta época, éstos deben llevarse a cabo con sumo cuidado y muchas precauciones. Si el caballo alcanza temperaturas de hasta 41ºC se considera que la capacidad termolítica se ha desbordado y la actividad debe ser suspendida inmediatamente.
Un indicador infalible para saber si el caballo está siendo afectado por el calor son los cambios en su carácter. Si el animal se ve apagado, e incluso débil, habría que tomar medidas inmediatamente, y quizás plantearse una retirada temporal.
Si el calor corporal no baja de manera normal, la recuperación del animal será lenta, por tanto, complicará la preparación para la próxima competición. Es completamente normal que en ambientes húmedos la bajada térmica sea más lenta.
HIDRATACIÓN CORRECTA COMO FACTOR CLAVE
Según lo que hemos explicado anteriormente, el animal podría llegar a perder hasta 50 litros de sudor por hora. Si esta pérdida de líquido no es solventada con rapidez, aumentarán peligrosamente las probabilidades de que el equino se deshidrate gravemente y pueda sufrir cólicos por impactación o por una alteración de la flora intestinal, fallo renal o laminitis, entre otras posibles dolencias. Del mismo modo, con la deshidratación también pierde gran cantidad de electrolitos vitales para el buen funcionamiento del organismo, tales como el potasio, cloro y sodio, el calcio, el fósforo y el magnesio.
Por tanto, si el caballo no bebe suficiente agua, podría sufrir en un plazo limitado de tiempo problemas graves para su salud. Después de la actividad, el animal debería beber unos 8 litros en 15 minutos aproximadamente. Hay que dejarle beber lo que quiera naturalmente, sin embargo, es contraproducente tomar mucha agua justo después de la actividad.
Los electrolitos son minerales que están presentes en la sangre, la orina, tejidos y otros líquidos del cuerpo. Poseen carga eléctrica y pueden ser ácidos, bases o sales. Con tan sólo un 3% de deshidratación, el equilibrio de los electrolitos se puede ver perjudicado, por ende, el rendimiento deportivo del caballo disminuirá.
Es por ello que, como expertos en suplementación equina, desde Neostrong EQ, recomendamos EQNATURE HIDRA BALANCE, un producto diseñado especialmente para reestablecer el equilibrio osmótico. Es una excelente fuente de electrolitos Indicado para su uso en competición, en la preparación, durante y después de viajes y después de los entrenamientos.
El cloruro de sodio o sal es una fuente interesante de electrolitos y debe estar presente en su consumo habitual, sin embargo, la cantidad proporcionada puede cambiar según la temperatura del ambiente. Para tal fin, podemos incorporar en el box o paddock una piedra de sal para que el caballo tenga a mano para lamer. Es aconsejable ya que, además, estimula al caballo a beber agua.
EQNATURE HIDRA BALANCE debe ser administrado de forma rigurosa de acuerdo con las necesidades particulares del caballo y este deberá tener disponible agua fresca y limpia ad libitum para asegurar la correcta ingestión de sus ingredientes y para evitar un exceso de electrolitos en su organismo.
RECUPERACIÓN MUSCULAR A BASE DE ANTIOXIDANTES
La oxidación es un proceso metabólico en el que los caballos transforman en energía las proteínas, los carbohidratos y las grasas que han consumido en su dieta. Durante la actividad física, tanto entrenamientos como competiciones, este consumo se acelera produciéndose el estrés oxidativo y dando paso a la liberación masiva de radicales libres. Este proceso puede causar daño tisular y muerte celular al destruir las proteínas celulares, el ADN y los ácidos grasos.
Como consecuencia de ello, se debilita el sistema inmune, dando paso a enfermedades en el caballo como problemas tendinosos y musculares o cojeras por la destrucción del tejido muscular y algunos problemas relacionados con el sistema nervioso.
Precisamente para prevenir los efectos nocivos subyacentes, es necesario complementar su alimentación con suplementos ricos en vitamina C, vitamina E y ácido lipoico, antioxidantes potentes para la defensa y la protección celular. Los antioxidantes incluyen vitaminas, minerales, enzimas y proteínas que pueden ser sintetizados por el propio cuerpo u obtenidos por medio de la dieta.
Sin embargo, la ración e ingesta de suplementos debe producirse con precaución para evitar complementar por encima de los niveles recomendados y, de ese modo, no interferir en la absorción de otros nutrientes.
En conclusión, la acumulación de toxinas es perjudicial a nivel multisistémico pudiendo alterar la funcionalidad de diferentes sistemas u órganos, dejando al caballo más vulnerable frente a posibles infecciones y estrés, a partir de determinados niveles de exigencia.
Para una pronta recuperación post-competición, la fibra debe seguir siendo la base de la alimentación equina junto a nutrientes que permitan una correcta regeneración de los tejidos. Algunos veterinarios también recomiendan calmantes naturales a base de hierbas, magnesio y triptófano para reducir los niveles de tensión que se generan durante el entrenamiento intenso, el transporte y la competición.
Para finalizar, es importante tener en cuenta que la correcta gestión antes y durante la competición jugará un papel importante en la recuperación después de los concursos. La correcta hidratación, el consumo de fibra y la ración adecuada de carbohidratos serán factores para su prevención, sin olvidar la importancia de una correcta planificación de los entrenamientos, aportando suplementos de alta calidad en función de cada caballo y de su calendario de competiciones.